martes, 30 de septiembre de 2008

¿Jesús tuvo Ángel de la Guarda?

Es doctrina bien conocida que todo hombre tiene un ángel de la guarda.
No es extraño, por tanto, que pueda surgir la siguiente interrogación: ¿El propio Nuestro Señor Jesucristo, siendo al mismo tiempo Dios y hombre —en esto consiste el misterio de la Encarnación—, tuvo también un ángel de la guarda?


Los ángeles nada tenían que enseñar a Jesús
Los ángeles, en relación a nosotros, son como hermanos mayores, encargados por el Padre común para conducirnos rumbo a la Patria Celeste.
Tienen la misión de guiarnos y de apartar de nosotros, en misteriosa medida, los obstáculos del camino.


Su “custodia” no consiste en asistirnos y defendernos como lo haría un subalterno, sino en una especie de tutela protectora que se adapta a nuestra libertad humana y que será tanto más eficaz cuanto más nos apoyemos en ella con confianza y buena voluntad. En esas condiciones, se ve que Nuestro Señor no podía tener un ángel de la guarda propiamente dicho.


La principal ocupación del ángel de la guarda, nos dice Santo Tomás, es iluminar nuestra inteligencia: “La guarda de los ángeles tiene como último y principal efecto la iluminación doctrinal” (Suma Teológica I, 113, 2). Pero, Nuestro Señor, ni siquiera en Su ciencia humana, tenía cómo ser iluminado por los ángeles.


Los teólogos reconocen tres especies de ciencia en la santa alma de Jesucristo, en Su vida mortal: la ciencia de la visión beatífica, la ciencia infusa y la ciencia adquirida.
Por las dos primeras, Nuestro Señor superaba en profundidad y extensión el saber de cualquier criatura, sin excepción: Dios hizo a su Hijo “tanto más superior y excelente que los ángeles” (Hb 1, 4). Bajo ese doble aspecto, ellos no tenían nada que enseñarle.
En cuanto a la ciencia adquirida o experimental, que progresó en Nuestro Señor con la edad, Cristo no tenía necesidad del socorro de los ángeles para ser instruido sobre los diversos objetos que se ofrecerían a Sus sentidos en el gran libro del universo.
Sin embargo, el servicio de los ángeles le convenía


Pero, aunque Nuestro Señor tenía pleno poder sobre las criaturas y, por consiguiente, podía obtener directamente todo lo que era necesario a Su vida corporal, ser servido por los ángeles le convenía a doble título.


Por un lado, esa asistencia material de los ángeles —así como los cuidados con su alimentación y el vestuario prestados por José y María, cuando era niño, y después, ya adulto, por las santas mujeres— estaba conforme con la apariencia de flaqueza y debilidad con que había querido revestirse el Verbo encarnado.


Por otra parte, ¿no era adecuado que, antes mismo que Cristo entrase en la gloria, los ángeles ya le testimoniaran —por sus piadosos homenajes particulares, e incluso por discretas manifestaciones exteriores— que lo reconocían como su Señor y su Rey?


La solución de Santo Tomás de Aquino
Santo Tomás no admite que Nuestro Señor haya tenido un ángel de la guarda en el sentido estricto, porque el papel del “ángel de la guarda”, que es propiamente el de dirigir y proteger, no podía tener por objeto la santa humanidad del Salvador. Pero el gran Doctor se cuida bien de rasgar el Evangelio y negar el servicio de los ángeles a Nuestro Señor.


Servicio, cuyo modo habitual de funcionamiento los autores sagrados no explican, si bien señalan diversos actos significativos (Lc 13; Mt 4,11; 26,53) que parecen indicar que Nuestro Señor tuvo, no solamente un ángel, sino una falange de espíritus bienaventurados vinculados al servicio y asistencia de Su santa humanidad.


La situación de los ángeles en relación a la santa humanidad de Nuestro Señor está muy bien expresada en estas palabras del Doctor Angélico :
“No era de un ángel de la guarda, en cuanto superior, que necesitaba; sino de un ángel que lo sirviese como inferior. De ahí que se diga en el Evangelio de Mateo (4, 11): ‘Se le aproximaron ángeles que lo servían'” (Suma Teológica I, 113, 4).
Era un papel de ministros, no de guardianes, el que tenían los ángeles junto al Verbo encarnado: no eran custodios, sino siervos.


El episodio de Getsemaní
El episodio de Getsemaní muestra, es verdad, una dificultad especial: “Apparuit de coelo Ángelus —dice el texto sagrado— confortans eum” (Lc 22, 43). ¿Cómo puede un ángel reconfortar a Nuestro Señor, esto es, levantar su ánimo, traerle un socorro moral?


Santo Tomás expresa muy bien esa objeción al preguntarse si no podemos deducir, entonces, que Cristo fue instruido por los ángeles, visto que “somos reconfortados por las palabras de exhortación de quien enseña” . A esta dificultad él mismo responde: “el alivio recibido del ángel no se dio a modo de instrucción, sino para manifestar la veracidad de Su naturaleza humana” (Suma Teológica III, 12, 4, 1).


Esa explicación, tenemos que confesarlo, no satisface completamente el espíritu. En ella, el por qué de la intervención angélica, en esta hora tan penosa de Getsemaní, aparece; pero el cómo , escapa. Y, a no ser que consideremos como un simple gesto simbólico el alivio traído por el ángel a Nuestro Señor, la dificultad parece subsistir.
Por eso, otros autores se aplican en ir más adelante en esa explicación.


El ángel puso en obra motivos de alivio
Podemos decir que el ángel proporcionó algo semejante a un alivio moral al alma de Nuestro Señor, delicada entre todas y sensibilísima a las manifestaciones de afecto, no menos que a los abandonos, las traiciones y los ultrajes.


Así pues, el papel del ángel no fue (lo que sería inadmisible) conceder al alma de Nuestro Señor alguna “iluminación” verdadera, o revelarle algo nuevo para levantar Su ánimo. Sea por medio de una palabra exterior, sea por una acción interior sobre la imaginación y memoria del Mesías, el ángel puso en obra motivos de alivio que el Dios Salvador conocía bien, pero que Él había evitado, de una manera más o menos directa, aplicar a Su espíritu; pues, con el fin de beber hasta el final el cáliz de la amargura, el augusto Redentor, en el momento supremo de la Pasión, se empeñaba en considerar toda la extensión y profundidad de este acto expiatorio (V. Cardenal Billot, de Verbo Incarnato , thes. XIX, 4).


De todas partes le asaltaban pensamientos agobiantes, provocando en Su corazón y en Su carne angustias inexpresables: “Me cercaron dolores de muerte, y torrentes de iniquidad me conturbaron” (Sl 17, 5). Fue entonces cuando el ángel suscitó, ante la mirada de Jesús, las más dulces representaciones.


Sin duda, como dice un piadoso autor “Ese celeste mensajero llamaba la atención del Salvador sobre las virtudes magníficas que irían a germinar de Su sangre divina; evocaba el cuadro profético de esos admirables cortejos de vírgenes, de mártires, de confesores, de amigos fieles y de verdaderos arrepentidos de ambos sexos, de todas las edades y categorías, que a pesar de sus muchas debilidades, tendrán por Jesús un amor sincero y ardiente y se esforzarán al máximo en reparar a su buen Maestro por tantos sufrimientos y heridas”.




sábado, 27 de septiembre de 2008

29 de septiembre - Día de los Arcángeles

Fiesta de San Miguel
El glorioso Arcángel apareció en 493 en el monte Gargajo en Italia. Esta aparición fue muy consoladora y muy célebre, y en reconocimiento de los beneficios que procuró a la Iglesia el enviado del Omnipotente, se estableció una fiesta para recordar este acontecimiento y en honra de San Miguel; fiesta que desde el siglo V se celebra el 29 de setiembre, y que era en otro tiempo muy solemne en varios países de Occidente.

He aquí lo que leemos en las leyes eclesiásticas publicadas en 1014 por Etelredo rey de Inglaterra: “todo cristiana que tenga la edad prescrita ayunará tres días a pan y agua, no comiendo más que raíces crudas, antes de la fiesta de san Miguel, e irá a confesar y a la Iglesia con los pies descalzos… Cada sacerdote irá tres días con los pies descalzos en procesión con su pueblo, y caea cual preparará los víveres que necesite para tres días, observando si embargo que no haya de gordo, y que se distribuya todo a los pobres. Todos los servidores serán dispensados del trabajo durante estos tres días para celebrar mejor la fiesta, o no habrán sino lo necesario para su uso. Estos tres días son el lunes, el martes y el miércoles antes de la fiesta de san Miguel.”

Aunque sólo se nombra a san Miguel en el título de esta fiesta, según la oraciones de la Iglesia, forman, según parece, su objeto todos los santos Ángeles, de lo cual se desprenden una verdad magnífica y propia para estrechar los lazos de caridad que nos unen, y es que la Iglesia quiere indudablemente que honremos a los Ángeles y a los Santos, y celebremos su fiesta con espíritu de unidad y universalidad, considerándolos a todos como un solo cuerpo y un solo santo, que es el cuerpo de Jesucristo. Es difícil honrar un miembro sin que esta honra se comunique a todos los demás miembros del cuerpo; la gloria y la alegría de cada uno de ellos es común a todos, y la que es común a todos es propia de cada uno de ellos en particular. Si un miembro es honrado, todos los miembros se regocijan con él, dice San Pablo.

Así pues, la fiesta de cada santo es la de todos los demás Santos. Por esta razón se celebra en otro tiempo la fiesta de todos los Apóstoles en un solo día, porque no puede celebrarse la de uno de ellos sin que todos sean de ella partícipes. Estas reflexiones son más necesarias respecto de los Ángeles, a todos los cuales honramos generalmente el día de la fiesta de San Miguel. La Iglesia no permite que se haga mención más que de tres Ángeles, cuyos nombres se nos han indicado en la Escritura, y sin embargo desea que honremos a muchos millones. Por consiguiente no debemos prestarles homenajes por medio de fiestas particulares, sino estando en la firme persuasión de que cuando nombremos u honremos a uno de ellos, los comprendemos y reverenciamos a todos, como si todos no compusieran más que una santa ciudad, cuya majestad y preeminencias representa cada uno de ellos.


ORACIÓN:

+Conjuración a los Santos Ángeles
¡Dios Todopoderoso y Eterno, Uno en Tres Personas! Antes de conjurar a los Santos Ángeles, tus servidores y de llamarlos en nuestro socorro, nos postramos delante de Ti y Te adoramos, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Bendito y alabado seas por toda la eternidad. Que todos los Ángeles y los hombres que has creado te adoren, te amen y te Sirvan, Dios Santo, Dios Fuerte, Dios Inmortal!
¡Y Tú, María, Reina de los ángeles, medianera de todas las gracias, todopoderosa en tu oración, recibe bondadosamente la oración que les dirigimos a tus servidores, y hazla llegar hasta el Trono del Altísimo para que obtengamos gracia, salvación y auxilio! AMEN.

¡Ángeles grandes y Santos, Dios los envía para protegernos y ayudarnos! Los conjuramos, en el nombre de Dios Uno en Tres Personas,¡Vuelen en nuestro socorro! Los conjuramos en nombre de la Preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo,¡Vuelen en nuestro socorro!
Los conjuramos, en el nombre todopoderoso de Jesús,¡Vuelen en nuestro socorro! Los conjuramos por todas las heridas de Nuestro Señor Jesucristo,¡Vuelen en nuestro socorro! Los conjuramos por todas las torturas de Nuestro Señor Jesucristo,¡Vuelen en nuestro socorro! Los conjuramos por la Santa Palabra de Dios,¡Vuelen en nuestro socorro!

Los conjuramos por el Corazón de Nuestro Señor Jesucristo,¡Vuelen en nuestro socorro! Los conjuramos en nombre del amor de Dios por nosotros tan pobres,¡Vuelen en nuestro socorro! Los conjuramos en nombre de la fidelidad de Dios para con nosotros tan pobres,¡Vuelen en nuestro socorro!

Los conjuramos en nombre de la misericordia de Dios para con nosotros tan pobres,¡Vuelen en nuestro socorro!
Los conjuramos en nombre de María Reina del Cielo y de la tierra,¡Vuelen en nuestro socorro! Los conjuramos en nombre de María vuestra Reina y Soberana,¡Vuelen en nuestro socorro! Los conjuramos en nombre de María, Madre de Dios y Madre nuestra,¡Vuelen en nuestro socorro!
Los conjuramos por su propia felicidad,¡Vuelen en nuestro socorro! Los conjuramos por su propia fidelidad,¡Vuelen en nuestro socorro! Los conjuramos por su fuerza combativa por el Reino de Dios,¡Vuelen en nuestro socorro!

Los conjuramos, ¡cúbrannos con sus escudos!Los conjuramos, ¡protéjannos con sus espadas!Los conjuramos, ¡ilumínennos con su luz!Los conjuramos, ¡abríguennos bajo el manto de María!Los conjuramos, ¡enciérrennos en el Corazón de María!Los conjuramos, ¡deposítennos en las manos de María!Los conjuramos, ¡muéstrennos el camino hacia la puerta de la vida: el Corazón abierto de Nuestro Señor!Los conjuramos, ¡condúzcannos seguros hacia la casa del Padre Celestial! Todos los Coros de los Espíritus bienaventurados,¡Vuelen en nuestro socorro! Ángeles de la vida,¡Vuelen en nuestro socorro!

Ángeles de la fuerza de la palabra de Dios,¡Vuelen en nuestro socorro! Ángeles de la caridad,¡Vuelen en nuestro socorro! Ángeles que Dios nos atribuye especialmente, como compañeros,¡Vuelen en nuestro socorro! ¡Vuelen en nuestro socorro, los conjuramos!Porque hemos recibido en herencia la Sangre de Nuestro Señor y Rey.
¡Vuelen en nuestro socorro, los conjuramos!Porque hemos recibido en herencia el Corazón de Nuestro Señor y Rey.

¡Vuelen en nuestro socorro, los conjuramos!Porque hemos recibido en herencia el Corazón Inmaculado de María la Virgen Purísima y vuestra Reina.
¡Vuelen en nuestro socorro, los conjuramos!

San Miguel Arcángel: Tú eres el Príncipe de las milicias celestiales, el vencedor del dragón infernal, has recibido de Dios la fuerza y el poder para aniquilar por medio de la humildad el orgullo de los poderes de las tinieblas. Te conjuramos, suscita en nosotros la auténtica humildad del corazón, la fidelidad inquebrantable, para cumplir siempre la voluntad de Dios, la fortaleza en el sufrimiento y las necesidades, ¡ayúdanos a subsistir delante del tribunal de Dios!

San Gabriel Arcángel: Tu eres el Ángel de la Encarnación, el mensajero fiel de Dios, abre nuestros oídos para captar los más pequeños signos y llamamientos del Corazón amante de Nuestro Señor; Permanece siempre delante de nuestros ojos, te conjuramos, para que comprendamos correctamente la palabra de Dios y la sigamos y obedezcamos y para cumplir aquello que Dios quiere de nosotros. ¡Haznos vigilantes en la espera del Señor para que no nos encuentre dormidos cuando llegue!

San Rafael Arcángel: Tú eres el mensajero del amor de Dios! Te conjuramos, hiere nuestro corazón con un amor ardiente por Dios y no dejes que esta herida se cierre jamás, para que permanezcamos sobre el camino del amor en la vida diaria y venzamos todos los obstáculos por la fuerza de este amor.

¡Ayudadnos hermanos grandes y santos, servidores como nosotros delante de Dios!. ¡Protegednos contra nosotros mismos, contra nuestra cobardía y tibieza, contra nuestro egoísmo y nuestra avaricia, contra nuestra envidia y desconfianza, contra nuestra suficiencia y comodidad, contra nuestro deseo de ser apreciados! ¡Desligadnos de los lazos del pecado y de toda atadura al mundo!¡Desatad la venda que nosotros mismos hemos anudado sobre nuestros ojos, para dispensarnos de ver la miseria que nos rodea, y poder mirar nuestro propio yo sin incomodarnos y con conmiseración!

¡Clavad en nuestro corazón el aguijón de la santa inquietud de Dios, para que no cesemos jamás de buscarlo con pasión, contrición y amor!¡Buscad en nosotros la Sangre de Nuestro Señor que se derramó por nosotros! ¡Buscad en nosotros las lágrimas de vuestra Reina vertidas por nuestra causa! ¡Buscad en nosotros la imagen de Dios destrozada, desteñida, deteriorada, imagen a la cual Dios quiso crearnos por amor!

¡Ayudadnos a reconocer a Dios, a adorarlo, amarlo y servirlo! Ayudadnos en la lucha contra los poderes de las tinieblas que nos rodean y nos oprimen solapadamente! ¡Ayudadnos para que ninguno de nosotros se pierda, y para que un día, gozosos, podamos reunirnos en la felicidad eterna! AMEN

Durante la novena, que es un asalto que dura nueve días, conjuramos a los Santos Ángeles por la mañana y durante el día los invocamos con frecuencia de esta manera:

San Miguel, lucha a nuestro lado con tus ángeles, ayúdanos y ruega por nosotros!

San Rafael, lucha a nuestro lado con tus ángeles, ayúdanos y ruega por nosotros!

San Gabriel, lucha a nuestro lado con tus ángeles, ayúdanos y ruega por nosotros!

martes, 16 de septiembre de 2008

Biografía del Arcángel Cassiel

Cassiel es el Ángel de la Templanza y Príncipe del Orden de las Potestades. También príncipe predominante del séptimo cielo y uno de los príncipes de la orden de energías. Encarna la Justicia y la Protección, los honores merecidos y los castigos justos. Es El Juez Inapelable; su metal es el plomo, su gema la turmalina negra, ónix negro y grises oscuros, embajador planetario de Saturno en la Tierra.

Es el ángel de Capricornio y Acuario, y por supuesto de capricornianos y acuarianos (junto con Uriel por Urano). Uno de sus atributos es conocer las frecuencias y por lo tanto preside los delfines, y la vida oceánica en general, su nombre se escribe Cassiel , Cassiel o Casziel.

Cassiel es el Sr. del Karma (la ley universal del efecto y la causa): El hombre imagina y crea las cosas y el Karma ajusta los efectos para restablecer el equilibrio. Todo acontecimiento siempre ocurre como consecuencia de otro anterior, pues existe estrecha relación entre lo que ha pasado y lo que sucederá.

Es llamado también de la curación del karma porque une el mundo material con el espiritual. Por eso es tan invocado en asuntos de este tipo como la meditación o limpieza energética.
Con respecto a los asuntos espirituales, en sus manos están el tiempo (Cronos) y las limitaciones humanas que el hombre encuentra para su desarrollo.

Oración:

Bendito seas Soberano, Padre de los cielos y tierra, hacedor de maravillas inconmensurables, fuerza divina de la gracia, en ti que eres verbo, emanó la vida, y de tu glorioso nombre, surgió todo. Mucho más de todo lo que pueda llegar a imaginar. Bendito seas Patriarca Perfecto de la vida. Yo te pido, especialmente, amado Padre de los cielos, que por la intercesión del Arcángel Cassiel, intercesor por excelencia de tu palabra, hagas llegar a mi aquello que debo recibir y aquello que debo aprender, bajo el más poderoso y puro manto, de tu piedad inmedible a los ojos de un humilde ser humano como yo; para que mi estructura y acción en éste mundo tengan el cuerpo, peso y expresión de tu fuerza creadora. Para que la reflexión, abra paso rápidamente a tu providencia divina, y para que el mundo todo, recuerde día a día lo indivisible de tu grandeza, pues ninguna palabra te puede contener. Te lo pido también, en el nombre de tu Santo Hijo Jesús, en el nombre del Querubín Espíritu Santo, y de la Bendita Virgen María, ahora y siempre, por los siglos de los siglos ¡Amén!

Arcángel Cassiel


viernes, 5 de septiembre de 2008

Lectura recomendada

Comunicándose con el Arcángel Rafael, para la curación y la creatividad
Por Richard Webster
www.grupaldistribuidora.com.ar

Considerado el ángel guardián de la Tierra y sus habitantes, y médico divino, la tarea primordial del Arcángel Rafael es curar las heridas de la humanidad a través del gozo.

Rafael significa "Sanador Divino" o "Dios cura", y no sólo en referencia a las enfermedades; también puede sanar relaciones personales e interceder en los conflictos entre las naciones.

Usted podrá sorprenderse con historias reales sobre la presencia del Arcángel rafael en la vida de personas comunes, así como de los verdaderos milagros de los que han sido testigos al invocarlo.

Otras obras del autor:
- Milagros
- Ángeles guardianes y guías espirituales
- De la serie dedicada a los cuatro Arcángeles: Gabriel, Uriel y Miguel

lunes, 1 de septiembre de 2008

Biografía del Arcángel Anael

Se le conoce por varios nombres: Anael, Aniyel, Infiel, Hanael, Hannuel, Hamiel y Onofel.

Su nombre tiene varios significados: Gloria de Dios, Gracia de Dios, y cuando se lo identifica como Anael, su nombre en hebreo, es “Concédeme Señor “.

Es el ángel del amor y la armonía. Regente del Coro de Principados. Su tarea principal es la de inspirar decisiones importantes a personas que tienen en sus manos a pueblos enteros.
Él trata de que todos los dirigentes del mundo vean con los ojos del alma y de que haya amor y armonía en todo el mundo. Lleva a la humanidad por el camino del bien y del amor.

Es en si, la sabiduría Divina, nos sumerge en un profundo amor, para que nuestros pasos sean dados para el beneficio de un tercero. Se le invoca para naciones enteras, pidiendo paz.

Porta la luz que le identifica para que nadie se pierda en el camino de las sombras. Desarrolla para quien lo invoca una creatividad asombrosa y al hacerlo uno se convierte en el mejor trabajador del mundo, dentro de la categoría que desempeñe, dando un triunfo profesional al ser invocado.

Cuando aparece como Hanael sus vestiduras son violetas, símbolo de la transmutación y como Haniel es fulgor, fuego y verde tranquilizador. Por último, a este arcángel se lo identifica con el Unicornio, símbolo de capricornio, de lo sobrenatural, de la apertura del tercer ojo para iluminar a la Tierra.

Oración:
En el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. En el amor de la estrella que anunció que la gloria descendería a la Madre Tierra y encarnaría al Hijo del Padre. En el amor de la creación que libera de toda duda, sobre la increíble majestuosidad del Arquitecto Divino. En el nombre del amor puro, encarnado por el Sol y por la Luna. En el nombre del amor de la palabra, que hace crecer el verbo, que hace reproducir las cosas, con la luz y la conciencia propia. En el amor de la verdad, esperanza y maravilla, guía en el Santo Espíritu. Yo te pido, arcángel Anael, majestuoso príncipe, que eleves palabra a palabra, si son guiadas por el amor, mis peticiones la Señor, para que tu influencia, acción y la transmutación que en ti se encarna en tu radiante luz, operes, acciones y actúes, todo lo necesario para (se nombra persona) para que el verdadero amor venciendo todo trabajo de maldad, oscuridad e influencias negativas, se manifieste plenamente, porque la palabra viva de Dios es fuerza, poder, resurrección y vida. En el nombre de el Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

Arcángel Anael